jueves, 12 de julio de 2012

UN MASAJE EN CASA GABRIELA


“Ponte de lado, mirando a tu pareja”, le musita Violeta a Él. Saúl hace lo mismo con Ella. Y, en una postura cercana al laúd transversal, nos miramos fijamente, mientras nuestros maestros tántricos nos acompañan en un juego erótico a ocho manos que, a través del espejo, se transforman en dieciséis. Es como si nos hubiéramos reencarnado en Avalokitesvara, el buda de los mil brazos. En este punto álgido, nos dejan solos para que disfrutemos de media hora de intimidad, en la que definitivamente alcanzamos el Nirvana.

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