Y como guinda del pastel, cenamos en el CAÑETE, antiguo ORGÍA!
'Yo era una experta en observar los movimientos del Barrio y advertir cualquier cambio. Desde mi modesta atalaya del balcón asistía, por las mañanas, al inicio de actividades. Primero abrían la tienda de ultramarinos, la de pesca salada, la panadería y la lechería de la Alemana -la vecina a quién no debía hablar-, que se llenaban pronto de mujeres con bolsas y niños pequeños y llorones. Un poco más tarde se alzaban las puertas metálicas de los bares más cercanos, situados uno frente al otro a ambos lados de la calle, de cuya vida eran espejos. En la acera opuesta a casa estaba el Orgía, y ahora sé que no era más que un modesto establecimiento con algunos dibujos procaces pseudomodernistas moldeados en la escayola del techo y un nombre que sugería juergas desenfrenadas, el no va más de la perdición. Allí era dónde las putas del Barrio esperaban a sus parroquianos, al filo del atardecer, aunque cuando la VI Flota recalaba en el puerto no daban abasto en todo el dia. ...
(Del delicioso libro 'UN CALOR TAN CERCANO', de MARUJA TORRES)
'Yo era una experta en observar los movimientos del Barrio y advertir cualquier cambio. Desde mi modesta atalaya del balcón asistía, por las mañanas, al inicio de actividades. Primero abrían la tienda de ultramarinos, la de pesca salada, la panadería y la lechería de la Alemana -la vecina a quién no debía hablar-, que se llenaban pronto de mujeres con bolsas y niños pequeños y llorones. Un poco más tarde se alzaban las puertas metálicas de los bares más cercanos, situados uno frente al otro a ambos lados de la calle, de cuya vida eran espejos. En la acera opuesta a casa estaba el Orgía, y ahora sé que no era más que un modesto establecimiento con algunos dibujos procaces pseudomodernistas moldeados en la escayola del techo y un nombre que sugería juergas desenfrenadas, el no va más de la perdición. Allí era dónde las putas del Barrio esperaban a sus parroquianos, al filo del atardecer, aunque cuando la VI Flota recalaba en el puerto no daban abasto en todo el dia. ...
(Del delicioso libro 'UN CALOR TAN CERCANO', de MARUJA TORRES)
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